Un Análisis Posible                      El Cisne Negro: un desdoblamiento en lo real        por Valeria Quiroga                                                                                                  14.11.2013 17:59

El tema principal de la película "El Cisne Negro" gira en torno a la historia de una bailarina adolescente, y el camino profesional que realiza hasta alcanzar su mayor aspiración y deseo que era llegar a protagonizar la obra "El Cisne Negro", realizando con gran esfuerzo no solo físico sino también emocional, la interpretación de ambos papeles: el Cisne Blanco, un cisne bondadoso, frágil, casi etéreo, suave y angelical, como su contracara malvada El Cisne Negro, con todas las características de persecución, maldad y sadismo.

El argumento de la película consiste en la difícil existencia de Nina, una adolescente ambiciosa, perfeccionista y obsesiva, que lleva su vida al límite de su existencia, debido a conflictos intrapsíquicos, producto tal vez, de una infancia con ciertas carencias, no solo afectivas, sino de las identificaciones tanto primarias como secundarias, que han generado en ella un vacío existencial y representacional. Este vacío, la protagonista, intenta ocuparlo con su mayor afición que es el baile. La cima de su carrera sería alcanzar, y que la nombren para protagonizar El Cisne Negro. Sin embargo, cuando lo logra, cuando se gana el lugar frente a su profesor Thomas y obtiene la aprobación del público y de sus compañeras, Nina decide terminar con su vida, tal como lo ejecutó el protagonista de la obra El Cisne Negro.

Cabe aclarar que Thomas es un maestro que la seduce intentando producir en Nina desinhibiciones de tipo libidinosas. Es exigente a tal punto, que actuaría al modo de un Superyo sádico, quizás aquel Superyo que carece Nina, pero, que en esta oportunidad, se vuelve contra ella en una forma sádica y déspota. En un momento determinado, el profesor, le dice a Nina en forma de moraleja, que el Cisne Negro "halla su libertad en la muerte", palabras que Nina toma al pie de la letra en el final de la obra. Aquí se puede observar la incapacidad simbólica de la protagonista. Las palabras pierden su capacidad de símbolo y se transforman en literalidad. Asimismo, se evidencia la disociación existente entre el yo psíquico y el yo corporal.

Por otro lado, se observa a la madre de Nina, una mujer frustrada e insatisfecha, que intenta inocular en la hija su propio deseo frustrado. Es una madre posesiva y absorbente al extremo. Se podría inferir la presencia de una de las enfermedades que intoxican la relación materno-filial y que crean serias consecuencias en los niños (Spitz, 1965). Dicha enfermedad psicotóxica es "la fluctuación entre el mimo y la hostilidad" (Spitz, 1965, p.179). Así se engendraba la relación entre Nina y su madre, entre el amor y el odio; entre la aceptación y el rechazo. Esta oscilación y ambivalencia, quizás, estaría generada por la frustración que ha tenido la madre de Nina al tener que dejar su propia carrera de bailarina para poder criar a su hija, con el agravante que, según lo que se evidencia, ha tenido que hacerse cargo ella sola, sin una imagen masculina que colabore en el crecimiento sano de Nina. ¿Será ésta la causa de los conflictos que luego surgen en Nina? ¿Será una falla en la constitución del narcisismo primario el origen de que Nina presente luego alucinaciones de tipo autoscópicas? Es decir, el ver su propia imagen desde afuera, como en un espejo, al estilo de un Superyo que vuelve y ataca desde el exterior. Se hace referencia que al no presentar la huella mnémica que inscribe dichas representaciones en el inconciente, como estructurante de un aparato psíquico sano, las imágenes retornan no como fantasías sino como alucinaciones. Este desdoblamiento, se presenta como regresión a los momentos integrativos de la conciencia del cuerpo y de sus relaciones con el Otro que evidencian un replegamiento sobre sí, adquiriendo, asimismo, características autoeróticas (Fischer, 1999). Dicho autoerotismo, es el que nos indica que fue esta temprana etapa la que no logró integrarse a la personalidad. Allí, donde debía ocurrir la integración, ocurrió, valga la ambivalencia, la fragmentación.

Nina presenta las características de una adolescente solitaria, sumisa y triste. La obsesión que presenta por su marcada tendencia al perfeccionismo le ha generado mecanismos de defensa rígidos, principalmente aislamiento y anulación, cuya cancelación le ocasiona angustia. La falta de flexibilidad es, quizás, lo que la diferencia de su compañera del grupo de baile, Lily, cuyas características la ubican en el síndrome normal del adolescente, es decir, con presencia de conductas típicas de este síndrome, entre las cuales se pueden mencionar, la tendencia grupal, la oscilación entre la sexualidad infantil y la adulta (Aberastury, Knobel, 1974), es decir, aún persistiendo en las pulsiones parciales y autoeróticas, como así también, la progresiva separación de los padres, característica que Nina aún no puede lograr, ya que la madre se lo impide dada la actitud de posesión y absorción. Esta actitud se observa, asimismo, en que la madre continúa libidinizando el cuerpo de Nina como en los primeros años de la infancia.

En este punto, se podría correlacionar con el conflicto de la brecha generacional planteado por Blos (1991), ausente en este caso. Dicho conflicto colabora para que el adolescente pueda realizar la transición a la vida adulta logrando separarse de los padres de una forma adecuada. La ausencia del conflicto generacional, ocasiona, al adolescente, una conducta de distanciamiento tal que impide su normal crecimiento, con el consecuente surgimiento de conductas oposicionistas y antisociales (Blos, 1991).

En relación con el modelo familiar presentado, se podría inferir la carencia de modelos familiares disponibles para que Nina pueda haberse identificado y haber podido desarrollar una personalidad normal. Por otro lado, la madre no solo asfixia a la adolescente con sus cuidados y sobre-estimulaciones de excitaciones libidinales, sino que luego se coloca en una posición de control y prohibiciones, ocasionando en Nina una imposibilidad de descarga de dichas excitaciones, impidiéndole tramitar psíquicamente esas influencias. Es decir, entorpeciendo el encuentro de representaciones psíquicas que puedan colaborar para asociar objetos tanto internos como externos, y así poder tener una posibilidad de liberación tanto psíquica como física.

Las identificaciones son necesarias en la adolescencia como un modo de afirmación de la identidad sexual, y así tener las condiciones para la búsqueda de un objeto heterosexual como elección de objeto. En el caso de Nina, como no ha tenido modelos con quienes identificarse, se podría inferir que su elección de objeto sería del tipo narcisista, es decir, una elección basada en lo que ella fue, en lo que ella querría ser y en lo que ella es en la actualidad (Freud, 1914). El conflicto de identidad por el que atraviesa la protagonista, sería una de las causas por la cual Nina presenta fantasías de seducción de tipo homosexual. Sin embargo, esta conducta sería típica de la adolescencia. Los adolescentes, en su búsqueda de roles e identidades, suelen atravesar por este tipo de fantasías, que en ocasiones, incluyen conductas de rebeldía tanto civil como sexual (Aberastury, Knobel, 1974).

En el caso de Nina, a falta de un modelo con quien identificarse, logra una identificación con el Cisne Negro. Ésta, llega a tal punto, que en el momento que el "Cisne" (Nina) se está preparando para salir a escena, se mira los pies, y alucina que tiene los pies como un cisne (con los dedos unidos unos con otros, reflejando la forma palmípeda de las aves acuáticas). A partir de allí, su Yo débil, logra inflarse al punto de la megalomanía, de la omnipotencia y omnipresencia... es así como conquistó al público, con esa arrogancia, presencia e inflación Yoica, que no tuvo sostenimiento alguno, salvo en la huida hacia la muerte.

La realización de su tan ansiado deseo no fue concomitante con su expresión emocional. ¿Es por esta razón que se suicida entonces? ¿O Nina estaba tan capturada por la pulsión de muerte, que, en su delirio, puso en acto lo que estaba representando en la fantasía? En este sentido, sería el producto de la alteración de la conciencia de sí misma, a través de la cual no diferencia el Yo del No-Yo. A tal punto, que ella y el Cisne Negro eran uno solo. Eran la simbiosis propia del autoerotismo.

La conducta social que presenta Nina, está perturbada por la competencia y rivalidad que traen como consecuencia una ansiedad de tipo persecutoria, ofreciéndole como mecanismos de defensa el control omnipotente, la negación, la identificación proyectiva (al identificarse con el Cisne Negro), la idealización y la regresión a etapas anteriores a su desarrollo evolutivo, donde quizás las gratificaciones eran mayores. Bien se sabe, que el desarrollo biológico no siempre coincide con el desarrollo emocional. Ya Freud (1917) postuló que cada etapa evolutiva lleva adscripta cierta condición de angustia. Así, la etapa de falta de autonomía corresponde a los primeros años infantiles, la angustia de castración corresponde a la etapa fálica, y el temor al Superyo corresponde al período de latencia. De esta forma, podemos ubicar a Nina en intentos de regresar a dichas etapas. Su madre así la ubica, tratándola como si estuviera en la época de desvalimiento y de falta de autonomía. Esta característica se evidenció en las escenas que la madre la vestía y la desvestía cuando regresaba de sus clases de danzas y ensayos. En cierto momento, Nina tuvo un intento de rebeldía, al aceptar la salida con Lily, pero luego, colmada de sentimientos de culpa, retornó al seno materno con las consiguientes escenas de necesidad de castigo. Castigo que se manifestaba claramente cuando se impartía autoagresiones físicas, (lastimándose la espalda), a modo de volver hacia su propia persona la agresión reprimida.

Por lo expuesto, se considera de suma importancia, la influencia que tienen los padres, no solo en los primeros años de vida, sino también en la transición adolescente, ya que está considerado como un período en donde los sujetos reeditan el Complejo de Edipo, requiriendo por ende, igual atención que en aquellos tiempos. Por lo tanto, regresan la demanda, la rivalidad, la hostilidad, la necesidad de individuación con la consiguiente separación. Los padres deben estar preparados para aceptar y acompañar el crecimiento y la maduración de los hijos, de lo contrario los abandonarían a la soledad, la depresión, a conductas antisociales y compulsivas, obturando y confundiendo el síndrome normal de la adolescencia. Por ende, obligando a los adolescentes a sumergirse en su propio mundo, y contribuyendo a la necesidad de buscar otros sustitutos, que en ocasiones, resultan nocivos para ellos. Entre estos factores nocivos, se pueden mencionar las adicciones, la falta de sublimación y, principalmente, la falta de representaciones simbólicas, capaces de realizar la tramitación psíquica que sea necesaria para que el aparato psíquico mantenga la homeostasis, y de esta manera, contribuir a la pulsión de vida, a eros, contraponiéndose a la pulsión de muerte, a tánatos, tan presente en el argumento que atañe este análisis.

A modo de conclusión y de acuerdo a lo desarrollado, en primer lugar, se podría confirmar la hipótesis inicial acerca que la falta de un adecuado Complejo de Edipo (pero no exclusivamente) ha traído como consecuencia el desarrollo anormal de la personalidad de Nina. Su desarrollo ha originado alucinaciones. Dicha afirmación se basa en que el aparato psíquico hace retornar imágenes que deberían estar inscriptas como huellas mnémicas, pero cuando el individuo, inconcientemente, hace esa búsqueda a fin de ligar diferentes representaciones y unirlas asociativamente, no las encuentra y por lo tanto, dichas imágenes, que no están, regresan en forma de alucinación desde el exterior.

Finalmente, y articulando la trama desarrollada, se podría inferir también, que probablemente, si Nina hubiera tenido un padre con quien articular su Complejo de Edipo, una madre dispuesta a otorgarle los emblemas de su propio sexo, y una pareja parental que hubiera acompañado a Nina en su crecimiento tanto biótico como emocional, quizás la adolescente hubiera perseguido otro deseo, un deseo propio, no tanto, desde el deseo frustráneo de la madre. Al mismo tiempo, hubiera permitido, a la madre, ubicar su deseo en tanto mujer, dando de esta forma, a la hija, el modelo de amor objetal necesario para construir su propia imagen, otorgándole los elementos que se requieren para adquirir fortaleza yoica con el fin de poder defenderse adecuadamente de las vicisitudes de la vida. Dicha situación, le brindaría la capacidad de mantener relaciones interpersonales saludables, y construir con un basamento de confianza en sí misma, tolerando las frustraciones. Para de esa manera, alcanzar una de las etapas evolutivas del ser humano que es la madurez de la adultez.

Referencias

Aberastury, A., Knobel, M. (1974). La adolescencia normal. Buenos Aires: Paidós.

Aberastury, A., Salas, E. (1992). La paternidad. Buenos Aires: Paidós.

Blos, P. (1991). La transición adolescente. Buenos Aires: Asapia Amorrortu.

Fischer, H. (1999). Conceptos Fundamentales de Psicopatología (Psicosis Disociativas). Buenos Aires: Centro Editor Argentino.

Freud, S. (1914). Introducción al narcisismo. En Obras Completas. Vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1905). Metamorfosis de la pubertad. En Obras Completas. Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu.

Spitz, R. (1965). El primer año de vida del niño. México: Fondo Cultura Económica.