Las funciones familiares en situaciones de vulneración infantil

Por Valeria Quiroga                                                02.11.2013 19:13

ISi observamos el sector más vulnerado y vulnerable de la población, se pueden presenciar diferentes y variados casos de violencia familiar, abuso sexual, ausentismo escolar, promiscuidad familiar, abandono; todas esas carencias y gravedades generadas en familias diferentes. Sin embargo, podría aseverar que en todos los casos hallamos un borramiento o un desvío de la función materna. En el mejor de los casos los roles se encuentran cambiados en las familias, cuando no ausentes, dejando a sus hijos a la deriva o como se suele decir popularmente: "a la buena de Dios".

Esta vulneración de los derechos básicos de los niños de tener una vivienda, educación, salud y amor parece estar naturalizada en este sector de la población lo cual convoca a todos como ciudadanos, no ya solo como profesionales.

En el caso de violencia familiar está instalado el poder abusivo de los padres hacia los hijos obteniendo como consecuencia la rebeldía, las adicciones, las transgresiones legales y los niños en situación de calle quienes prefieren la calle como morada antes que la violencia de sus propios padres (Waserman, 2012, Octubre).

Es así como la sociedad queda dividida entre incluidos y excluidos, generando confusión en los roles. Estas desviaciones se pueden analogar al Síndrome de Medea, el cual simboliza lo contrario de la función materna. Tal como lo plantea Waserman (2012, Octubre): "El síndrome de Medea se presenta en innumerables casos donde en los conflictos familiares los hijos no son tenidos en cuenta" (p.12). Lo importante quedaría nombrado como la lucha entre mujer y hombre donde los hijos son utilizados como "armas vengativas" (Waserman, 2012, Octubre, p. 12).

La regla sería que cuanto más dañen a los hijos, más dañan al hombre y/o a la mujer. Esto nos muestra que desde Medea en Grecia y aún en la actualidad, los hijos son tomados como rehenes para perjudicar ya sea al hombre o a la mujer.

La promiscuidad, tan común en esta población de extrema vulnerabilidad, la vida sexual y la vida parental no están discriminadas ni encuentran un límite en la vida hogareña, sino que todos participan de la sexualidad de los otros tachando así las diferencias en cuanto a los roles. De esta manera, los hijos quedan inmersos en una confusión tal que no saben limitar su rol ¿soy pareja o soy hijo? (Waserman, 2012, Octubre).

Ahora bien, ¿qué tipo de intervenciones se podrían realizar en este sector de la población? Más allá que las intervenciones dependen de la estructura de personalidad de cada sujeto, en este caso se podrían plantear intervenciones de corte netamente directivas, ya que la población en cuestión se encuentra inmersa en una pobreza estructural, donde hallamos, en términos de Carballeda (2005), un sujeto inesperado, es decir, un sujeto que no cuenta con los recursos simbólicos para actuar, tomar decisiones o ejercer un cambio en sus funciones. Generalmente, se intenta instalar el modelo de resiliencia a los efectos de que los sujetos puedan transformarse en agentes de su propio cambio y superar las adversidades que se le presenten y salir fortalecidos en dichas circunstancias, aunque esta resulta una ardua tarea que requiere tiempo, constancia, dedicación; requiere sortear las situaciones de frustración y una vocación en el servicio social y comunitario (Guerrini, 2009).

Considero importante destacar el término de prevención en salud mental, ya que generalmente este término se utiliza para prevención primaria, secundaria y terciaria pero enfocado a lo orgánico, subestimando la prevención psicológica y social. Si en las diferentes comunidades y partidos se emplearan políticas de salud mental, implicando en la prevención a la comunidad, e instituyendo el rol del psicólogo como agente de salud, seguramente distinta sería la suerte de muchos individuos que requieren de asistencia ya sea psicológica o social (Montero, 2007).

Cabe mencionar que desde la definición de salud tomada de la Organización Mundial de la Salud, esta no es la mera ausencia de enfermedad sino el completo bienestar psicofísico incluyendo asimismo lo social, ya que para que un individuo crezca y se desarrolle sano debe establecer un vínculo con el afuera, con sus semejantes.

Desde lo social, el hombre no puede vivir aislado y debe interrelacionarse en comunidad promoviendo la solidaridad, el respeto y los valores que son los que guiarán al sujeto hacia la salud no solo física sino también psíquica, como así también lo guiarán a su propio desarrollo como persona, hecho que se produce en un continuo ir-siendo con los otros, y en ese acto, se encontrará a sí mismo con sus deseos, con aquello que lo define en esencia, aquello que lo distingue de las demás personas y que le da un lugar en el mundo y un sentido existencial (Mas Colombo, 2004).

Todas estas características son las que se tienen en cuenta a la hora de abordar diferentes modos de intervención, en donde se valore al ser, y no a la "enfermedad" como entidad. Este es el modo de intervención que proponemos, no desde la enfermedad sino siempre pensando en las vivencias no solo reales de los sujetos sino también apelando a la realidad psíquica de cada uno. Que cada niño posea un hogar, una familia, una educación formal, son ingredientes que parecieran obvios, pero saliendo a la práctica de campo se puede ver que lo normal se convierte en carencias afectivas, sociales, culturales, nutricionales, que dejan a los niños en una situación de vulneración, que de no abordarse profesionalmente, serán niños que no lograrán desarrollar su aparato psíquico en forma adecuada y propagarán las carencias a otras generaciones perdiendo oportunidades para tener una identidad y cumplir sus ideales y deseos (Carballeda, 2005).

Por lo tanto, considero que nuestra intervención debe cumplir con la misión de crear y fomentar los roles y las funciones que cualquier individuo debería ejercer en lo cotidiano, y de esta forma también brindar y devolver al sujeto su identidad, la cual en muchas ocasiones se encuentra perdida en su caso particular, o en su "expediente", o en su "intratabilidad", en definitiva, en sus rótulos indeclinables que lo único que fortalece es la pérdida del "ser". Más aún, que cada uno, en sus posibilidades, se convierta en constructor de su propia realidad, habilitando la generación de vínculos de solidaridad con sus semejantes y de esta forma despertar el sentido comunitario siendo ellos mismos los agentes de su propio cambio (Montero, 2007, Pichón Riviere, 1984).

Referencias

Carballeda, A. (2005). La intervención en lo social, las problemáticas sociales complejas y las políticas públicas. Versión electrónica en: https://www.margen.org/carballeda/Problematicas%20sociales.pdf.

Guerrini, M.E. (2009). La intervención con familias desde el trabajo social. En Margen 56, Edición Nº 56. Diciembre 2006. Versión electrónica en: https://www.margen.org/suscri/margen56/guerrini.pdf.

Ley Nº 13.298.

Ley de Violencia Familiar Nº 12.569.

Mas Colombo, E. (2004). Clínica psicofisiopatológica. Buenos Aires: Ediciones Culturales Universitarias.

Montero, M. (2007). Introducción a la Psicología Comunitaria. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Pichon Riviere, E. (1984). El Proceso Grupal. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión.

Waserman, M. (2012). Reflexiones sobre la función materna. En Revista Actualidad Psicológica, Año XXXVII, No. 412, p.9-12.ntroduce un texto aquí...